Con el GP de Brasil se ha terminado por esta temporada el Campeonato del Mundo de Fórmula 1.
Tras unos momentos de incertidumbre en los que parecía que Barrichello podía amargarle su discreto final de temporada, el británico
Jenson Button se convirtió en el Campeón del Mundo de Fórmula 1 de 2009. Personalmente me alegro de que este piloto, simpático (pese a ser británico) y de sonrisa fácil, haya logrado el título. Ironías de la vida ha pasado de estar en paro y a punto de perderse este año la competición a ganarla. Fue mucho tiempo la
"eterna promesa" inglesa, y tras la aparición del niño bonito Hamilton, que debutó en el mundial superprotegido y ayudado, había quedado totalmente eclipsado por su compatriota. Por eso quizá no le extraña a nadie la euforia con la que celebró el título mundial.
No le quito méritos a
Hamilton, es un piloto rápido y probablemente hará cosas grandes. Pero no se puede negar que su debut en
McLaren vino marcada por un trato de claro favoritismo de parte de Ron Dennis, a quien no le importó maltratar a un bicampeón del mundo (Alonso) con tal de que ganara su protegido. Dicho esto creo que la mayor parte de los problemas que tuvo en su día Lewis Hamilton con los otros pilotos de la parrilla derivaron precisamente de su falta de madurez y de estar sobrevalorado y mal aconsejado por su entorno. Sin embargo el tiempo no pasa en balde y parece que Hamilton cada vez es mejor piloto por méritos propios, sin deberle nada a las ayudas externas.
Por otra parte merece resaltarse el hecho, según mi opinión, de que la
FIA regaló a
Brawn GP media temporada al permitirles mantener los difusores y los puntos logrados con ellos. Las 6 ó 7 victorias seguidas que encadenó
Brawn GP al principio de la temporada les dieron una ventaja que les convirtió en inalcanzables para el resto de los equipos. Creo que la FIA, en su afán de no perder un equipo, adulteró la competición eliminando toda perspectiva de emoción deportiva.
¿
Y Alonso? Pues estaba cantado. Ya lo contamos en este blog cuando el Sr. Botín (presidente del
Banco Santander Central Hispano), que tiene un acuerdo económico con
Ferrari, aseguraba que le gustaría contar con Alonso. Los malos resultados de la marca del rombo (en las últimas carreras era el coche menos competitivo por detrás de coches como
Force India) han facilitado la salida del asturiano. El penúltimo escollo había sido la salida de la
scuderia de Jean Todt (ahora presidente de la
FIA, en sustitución de Max Mosley), que no se llevaba con el asturiano. Pero por fin Alonso se vestirá de rojo y esperemos ver grandes cosas con el equipo más mítico de la Fórmula 1.
Renault, después del escándalo desatado por
Piquet Jr. no sólo no se retira, sino que ha fichado a
Kubica, mientras Flavio Briatore intenta volver apelando a la sentencia de la FIA en Francia. El que se retira definitivamente es el equipo
Toyota, incapaz de seguir manteniendo los gastos del equipo y pidiendo perdón por no haber ganado jamás. El próximo año esperamos ver un equipo español, dirigido por Adrián Campos. Lamentablemente parece que uno de los volantes no será para
De la Rosa.
Y lo demás, un poco como siempre, baile de fichajes, cambios de pilotos, novedades en el reglamento... y calentando motores a toda máquina para la temporada de 2010.
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Perezgil (Jesús Alcaide) era un "caracol" verde con gafas de pasta, pelo verde y rizado, que siempre estaba sentado sobre un muro. Era un auténtico erudito y representaba a un personaje mucho más adulto e intelectual, pero también ofrecía una manera amable de aprender.
Espinete (Chelo Vivares) fue el protagonista principal de la versión española de Barrio Sésamo emitida durante los años 80. Era un erizo gigante de color rosa, que medía más de 1'80, y que iba por ahí sin nada de ropa y aparentemente nada que hacer. Ésto será uno de los misterios para la posteridad, como el del Pato Donald. Espinete convivía en el barrio con varios personajes humanos y su inseparable amigo Don Pimpón. Vivía en una caseta de color verde, era de carácter alegre e infantil y solía jugar con Ruth y Roberto. Por cierto que la actriz que le daba vida se casó con el actor que interpretaba a Chema, el panadero.
Don Pimpón (Alfonso Vallejo) era un monstruo de pelo marrón de una especie desconocida. Sabemos de él que estaba dotado de la fuerza suficiente como para romper un muro sólo con apoyarse. Vivía en Barrio Sésamo antes de que Espinete se mudara allí, y siempre usaba la misma ropa y un sombrero. Solía regentar un puesto o mercadillo aunque no se sabía exactamente lo que vendía. Era el personaje viajero de la serie y junto a su amigo el "Maharajá de Kapurtala" emprendía aventuras por todo el mundo que luego contaba en el barrio, aunque con cierto desfase histórico (vamos que la liaba con las fechas).
Podía convertirse en el héroe Supercoco; cuando se vestía con su traje (un casco de romano y una capa con la letra G) era capaz de volar aunque no sabía aterrizar suavemente. El resto de los personajes siempre decían lo mismo cuando le veían llegar volando: "¿Es un pájaro? ¿Es un avión? Es... [se oía un estruendo de alguien estrellándose contra el suelo] ¡¡¡Supercoco!!!".
También podía interpretar el papel de un auténtico sheriff del Viejo Oeste, el Sheriff Coco, que solucionaba conflictos a lomos de su inseparable Jaca Paca. Paca era una yegua de peluche capaz de hablar, que solía enfrascarse con el despistado Coco en unas conversaciones delirantes, demostrando habitualmente mayor lucidez y sentido común que el sheriff. Muchas veces tenía que ayudarle a resolver tareas como contar hacia atrás, rescatar animales o buscar agua en el desierto.
Triqui, el Monstruo de las Galletas (Monster Cookie), también conocido como Comegalletas, era uno de los personajes más populares entre los niños. Este monstruo de pelo azul era famoso por su voraz apetito y sus frases tipo Tarzán: "¡Quiero galleta!", "¡Comer galleta!", y "Ñam nam ñam nom" (con la boca llena). Como su nombre indica, le encantaban las galletas, pero era capaz de comer todo tipo de cosas, desde manzanas hasta letras, servilletas, saleros, teléfonos o platos. En 2005, Barrio Sésamo comenzó una campaña de sensibilización sobre comida saludable, por lo que Triqui, además de sus queridas galletas, también empezó a comer frutas y verduras.
El Conde Draco (Count Draco) era un vampiro atípico (le gustaba la luz) y su principal cometido era enseñar a los niños nociones básicas de matemáticas. Tenía la obsesión compulsiva de contarlo todo, desde botellas a pianos, sin importar lo molesto que esto resultaba a los otros personajes. Vivía en un viejo castillo lleno de telarañas y tenía de mascotas a una bandada de murciélagos. Cuando contaba solía reírse y en ese momento había truenos y relámpagos. Además sus canciones siempre versaban sobre contar cosas. El juego de palabras de su nombre (count=conde y contar) hizo que en Hispanoamérica se le llamara el Conde Contar.
Elmo. Esta marioneta era un monstruo rojo y peludo, de nariz naranja que tenía entre 2 y 3 años, aproximadamente. Tenía como mascota un pez dorado llamado Dorothy. Su papel en la serie era presentar actividades educativas con la ayuda de otros personajes. Posteriormente se hizo un programa propio para este personaje y ha aparecido parodiado un par de veces en Los Simpson.
Óscar, el gruñón (Oscar the Grouch). El primer año de emisión era de color amarillo-anaranjado pero terminó siendo una marioneta de pelo verde. Óscar vivía dentro de un cubo de basura, y como su nombre indica tenía un carácter bastante desagradable. Se utilizaba como ejemplo, para enseñarle a los niños como no debían actuar o comportarse. Era muy gruñón y mostraba su mal humor con todo el mundo, salvo con su lombriz-mascota. Su frase más famosa era: "¡Amo la basura!".
Pepita Pulgarcita (Thelma Thumb), era una serie de dibujos animados de corta duración que se emitía dentro de Barrio Sésamo. Su cometido era enseñar conceptos geométricos básicos. El personaje principal era Pepa Pérez (Marcia Middlewell) una niña normal pero con una identidad secreta. Si había algún peligro cerca o alguien necesitaba ayuda, Pepa entraba en una cabina telefónica (en plan Superman) y pronunciaba su frase mágica: “Espita gorgorita lo que se da no se quita, conviérteme en... ¡Pepita Pulgarcita!” (esto es un conjuro y no lo de las Embrujadas). Después, reducida al tamaño de un salero, salía volando al rescate. Así, el tamaño diminuto de Pepita permitía mostrar a los niños cosas y lugares desde perspectivas únicas.